Es imperante denotar con todas sus letras lo que muchos callan por miedo o conveniencia: México se está desangrando y el gobierno actual no sólo ha sido incapaz de detener la tragedia.

El país entero se ha convertido en un cementerio clandestino. Los desaparecidos ya no caben en las estadísticas; los cuerpos colgados en puentes y las fosas comunes no nos indignan porque ya son paisaje cotidiano. ¿Y qué dice el gobierno? Que “abrazos, no balazos”. Que todo está “bien”, mientras que el gobierno culpa al narco de reclutar niños, mientras madres buscan restos humanos con palas y picos, en contraste, los ciudadanos encerrados viven aterrados.

¿Dónde están los abrazos para las víctimas? ¿Dónde están los balazos para los criminales?

Este gobierno comparte territorios completos a los cárteles. En vez de proteger, han traicionado a sectores completos de la ciudadanía, contraviniendo la razón de ser del Estado.

El último sexenio y lo que va del presente no son de transformación, sino de comisión de crimines de lesa humanidad disfrazado de seguridad jurídica. La historia determinará quiénes son los responsables de los crimines de lesa humanidad mencionados.

Mareny Verenice Sánchez Navarrete